miércoles, 20 de mayo de 2009

IU EXPROPIARÁ LOS EDIFICIOS DE RENTA ANTIGUA CON REFORMAS PARADAS


Ya hay cinco bloques de viviendas con inquilinos de renta antigua en el punto de mira. Las promotoras hanparado las obras de rehabilitación, incumpliendo acuerdos alcanzados con los inquilinos.
Otainsa ya expedientes de expropiación que afectarán a empresas como Romero Mejías o Restaura. Estas empresas son señaladas por la oficina municipal gestionada por IU. Adquirieron edificios con inquilinoscon contratos de renta antigua –enmarcados en una legislación que permitía los alquileres indefinidos precio que ni siquiera se actualiza– y tras una dura negociación en la que medió el Ayuntamiento y en muchos casos los juzgados, llegaron a acuerdos con los arrendadores para que éstos abandonasen un tiempo el inmueble mientras se ejecutaban las obras de rehabilitación con el compromiso de que regresasen a viviendas y de que se le abonara el coste de su alquiler. En muchos casos, los plazos han finalizado y bien por problemas económicos, bien por falta de compradores de los pisos, algunas de las reformas se han detenido.
“Nuestra postura es clara. Iniciar expedientes de expropiación en todos estos casos, para aprovechar losedificios como pisos sociales. Si no hay recursos, habrá que conseguirlos, pero esta situación hay que resolverla”, explica el gerente de la Oficina Técnica de Atención al Inquilino en Situación de Abuso (Otainsa),Ángel Monge. Por sus manos han pasado en las últimas semanas cinco casos que afectan ya a decenas de personas.
Las obras de Calatrava 24, pertenecientes a la firma catalana Restaura, están completamente paralizadas la empresa. Allí residían nueve familias, que llegaron a un acuerdo para ser realojadas tras un proceso judicial.
“Vamos a dar un margen hasta que dejen de pagar el alquiler que pactaron con los inquilinos y a que se resuelva la ejecución del aval que tienen los vecinos para intervenir. Pero ya estamos reactivando el expediente por incumplimiento del deber de conservación –paso previo a la expropiación–”, explica Monge.
Otros dos edificios, ubicados en Betis, 64 y Maestro Ángulo, 2 pertenecen a la firma Romero Mejías, que ya solicitó un concurso de acreedores. En ambos casos, la propiedad ha dejado de abonar los alquileres de los inquilinos de renta antigua, al transcurrir el plazo fijado en los contratos. En uno de éstos, el de la calle Betis, incluso se ha solicitado la declaración de ruina, un trámite que permite el inicio de un proceso judicial de desahucio. Los dos expedientes están ya en manos de Otainsa que ha contactado con la empresa y que promueve ya el inicio de las expropiaciones.

En los otros dos casos, cuyas expropiaciones se pueden iniciar en los próximos meses –Boteros, 4 y Alfarer 49– las obras están ya muy avanzadas, y de hecho el aspecto exterior es el de un edificio cuya rehabilitación se ha completado ya. Sin embargo, en la calle Alfarería no se han concluido los trabajos y en Boteros los inquilinos están denunciando que han entregado el edificio sin culminar las obras realizadas. El objetivo de la propuesta de Otainsa es reaprovechar estos inmuebles como pisos sociales que sirvan para realojos de otros inquilinos o acogida de personas con escasos recursos –un modelo cuya demanda ha aumentado en los últimos meses–.
Los vecinos afectados, que ya han acudido al Ayuntamiento, se han sumado a la plataforma liderada por la Liga de Inquilinos y hoy están convocados a una concentración en el Pumarejo.
Fuente: El Correo de Andalucía

miércoles, 28 de enero de 2009

LOS MUROS URBANOS DEL SIGLO XXI

La polémica desatada sobre la oportunidad o desacierto de incentivar económicamente a los chabolistas de los Bermejales para que abandonen un espacio que " ocupan ilegalmente" pone de manifiesto que la Ciudad Urbana representa fundamentalmente el marco donde se desarrollan los mayores y mejores negocios especulativos, donde casi nadie es ajeno y donde unas minorias aprovechan las demandas de una sociedad aburguesada que apenas quiere saber nada de solidaridad humana.

Las guerras entre las naciones lo han sido, en la mayor parte de los casos, por la conquista de los territorios y de sus riquezas naturales. Las " guerras urbanas" tratan de lo mismo, los tanques de ayer se reconvierten en promotoras inmobiliarias que desbrozan el camino a los nuevos ocupantes del territorio urbano. Apenas hemos avanzado desde que dos mil años atrás se instauro en el derecho romano, del que somos herederos, la propiedad privada como derecho cuasi absoluto. Hoy reivindicamos su uso exclusivo, sin compasión.

Históricamente y alrededor de los espacios desocupados y devaluados se instalaron los sectores sociales más marginales. Durante la década de los cuarenta, junto a las tapias del cementerio, en los arrabales de la Ciudad, nació el asentamiento de El Vacíe, después vendría el asentamiento de los Carteros, Perdigones, Bermejales... Se trataban de espacios improductivos, propiedades sin propietarios aparentes, alejados de una ciudad que más tarde avanzaría y engulliría estos territorios sin la más mínima comprensión hacia quienes con mayor o menor legitimidad los ocuparon para instalar sus techos de uralita, sus paredes de plásticos, chapas y cartones. Veinte, treinta, ochenta años viviendo en un territorio no sirven de nada frente al poder omnimodo de la propiedad. El derecho a la posesión pacífica de un espacio urbano se censura y se criminaliza.
Algo parecido está ocurriendo en el casco antiguo. Miles de ciudadanos de las clases más modestas se instalaron durante los años 50, 60 como arrendatarios en las viviendas que muchos de sus propietarios abandonaron para trasladarse a las nuevas zonas residenciales de los Remedios y el Aljarafe.

Durante décadas estos arrendatarios mantuvieron un casco histórico devaluado, pequeños comercios nacieron a su alrededor y la convivencia con la propiedad fue pacífica. Rentas que en antaño significaron un esfuerzo considerable para sus moradores, hoy se nos antojan, con una mirada exclusivamente mercantilista, exiguas y ridículas, a pesar de que los ingresos de estos inquilinos apenas les garantizan una subsistencia mínimamente digna. En la última década el deseo de retorno de las clases pudientes a este territorio histórico provoca nuevamente la expulsión sin piedad de quienes únicamente tienen muchos años a sus espaldas y unos cuerpos encallecidos y debilitados por la penuria y el trabajo. Para garantizar esta nueva conquista territorial el sistema crea sus propios instrumentos, las promotoras inmobiliarias realizaran el trabajo sucio provocando un éxodo masivo a los nuevos arrabales de las clases sociales más debilitadas. Este proceso de ida y vuelta se repetirá una y otra vez sin solución de continuidad, dependiendo exclusivamente de las apetencias de los consumidores urbanos más privilegiados.

Estamos , entre todos, creando una ciudad sectorizada, llena de muros invisibles, donde la línea divisoria no es otra que la capacidad económica de sus moradores. Una ciudad temática donde cada espacio es ocupado dependiendo de la cuenta corriente y de la capacidad de endeudamiento. Una ciudad que margina cada vez más a los marginados. No hay el menor interés desde la ciudadanía en compartir el territorio , demandamos el alejamiento de quienes no responden a esos parámetros como si de apestosos se tratasen. Nos escandalizamos y censuramos que desde lo público se indemnice a los chabolistas porque pensamos que los pobres harán mal uso del dinero, pero tampoco estamos dispuestos a mantenerlos como vecinos argumentando que deterioran todavía más el mercado inmobiliario donde nos han instalado. Cuando criticamos que desde la Administracion Municipal Urbanística se adoptan medidas valientes sobre una problemática social que a todos nos afecta, estamos críticando injustamente el verdadero valor de una democracia plural como es el avance hacia un Estado Social de Derecho.

La ciudad no debe ser únicamente de los propietarios de los inmuebles, sino que es la suma de esfuerzos de generaciones enteras. Las contradicciones sociales y la marginalidad extrema no la han creado quienes solamente la sufren, sino que son fruto de una sociedad que se deja arrastrar por quienes sólo ven a la Ciudad como una mina de oro inagotable.